miércoles, 26 de agosto de 2009

La extraña falsa moral


Uno de los Astor, familia prominente de los Estados Unidos entre los siglos XIX y XX, dijo una vez que "la única forma de evadir la vulgaridad de las ciudades, era retirarse al campo". Por otros motivos, además del citado, decidí abandonar la ciudad de Buenos Aires y establecerme en estos lares; más tranquilos, más inocentes.

O eso creía yo!

A lo largo de los meses que hace que estoy acá, comencé a relacionarme con la gente del lugar por cuestiones necesarias como el transportarse de un punto al otro, compras de muebles, materiales, etc.

En mis viajes, conocí a varias figuras pintorescas y hasta reconocidas de esta pequeña sociedad rural.

En parte, todo está detenido en el tiempo. Acá, el que es profesional, es ALGUIEN aún. En el grado inmediato inferior - y a veces en paralelo- está el que tiene mucha plata. Por debajo, los comerciantes. Y luego,...bueno, y luego, todo lo demás.

Todos los que son ALGUIEN se amontonan en un bar determinado, a pesar de tener otros tres mucho más espaciosos y tranquilos.

De más está decir que SE DEBE saludar a todos, inclusive en la calle. Y cuando digo todos es también a los "todo el resto".

Siempre tuve una particular facilidad para hacer entrar en confidencia a los completos extraños. Es así como a lo largo de mi vida, tuve conocimiento de relatos bastante particulares y a veces, divertidos.

Es así como apareció un simpático señor en mi agenda que es oriundo de estos pagos. Tiene 60 años y la Enciclopedia Británica en su experiencia de vida. Hizo de todo, desde reconocido cantante a actor, empresario actualmente pero también panadero. Obsesivo del sexo, hace terapia dos veces por semana para poder "calmarse un poco", como dice él.

Se encamó con media ciudad de BsAs y las zonas aledañas a su terruño, también conocen de sus aventuras donjuanescas.

En la segunda charla confesó que en su juventud, se hacía chupar la pija por un copetudo de la Avenida Alvear, mientras que un amigo de parranda, se lo cogía al amigo del primero.

Ya en la cuarta charla, me contó como, volviendo de Buenos Aires a esta ciudad, tuvo otra de esas aventuras de ocasión. Un conocido y adinerado hombre de este lugar, propietario entre otras cosas de un coqueto restó, lo invitó a volver juntos en su auto. En medio del camino y entre chanzas, le manoteó el bulto y viendo que el Sr. del relato no opuso resistencia; no dudó un segundo en parar en la banquina y goloso, comenzar a petearlo sin miramiento alguno.

Se de quien me habló en esa ocasión...el "banquinero" fue reconocido por mí inmediantamente cuando almorcé una vez en ese lugar. No está mal considerando la escasez de carne fresca que hay por acá.

El Sr. asimismo, llegó a ser raptado y golpeado, por un novio celoso y su patota de amigos. Y doy fe que, bajo ningún concepto, puede contenerse en coquetear con cualquier mujer que pase cerca.

Con otro perfil, mi chofer, no deja de cuernear a su mujer. Casado y divorciado tres veces, su cuarta mujer insiste en quedarse a su lado, a sabiendas que el cincuentón no para de encamarse con dos o tres mujeres diferentes.

Por último, otro destacado hombre cuarentón, le mete los cuernos a escasas tres cuadras de su hogar conyugal y a la vista de absolutamente todos. Tanto es así que se la saluda a la amante como si fuese su mujer. Claro es que a su mujer, no la saludaya nadie, porque vive recluída. Dicen que es muy fea y gorda...dudo que haya sido siempre así. Quizás la verguenza y la humillación hayan hecho esos estragos.


Por supuesto, todos siguen yendo a misa en la Iglesia principal si es posible; y por supuesto, se saludan con la mayor cortesía cada día de sus vidas, cuando pasean indolentes por las escasas cuadras cercanas al Palacio municipal.

Desconozco qué mueve a esta gente a comportarse así, tropezando a cada paso con la indiscresión más evidente. Todos saben todo de todos. Y uno se pregunta, acaso es imposible alcanzar la seguridad y felicidad que brindaría una relación de amor y fidelidad sin condiciones?


Como he contado, he sido infiel y en aquella oportunidad no me sentí particulamente mal. Tampoco esa desaprensión me generó la necesidad compulsiva de ser infiel a quien tenga al lado. Muy por el contrario, nunca más quise repetir esa experiencia, sino más bien, dedicarme a construir una pareja duradera, sana y de mucho afecto.

Creí encontrarla y me brindé con cuerpo, corazón y alma. Y saben qué? jajajajaajaj....me equivoqué otra vez.

So.....NEXT!!!