sábado, 27 de marzo de 2010

Era un día cualquiera


La rubia tarotista me dice como al pasar: "vas a ver que del pasado, alguien que se sintió ofendido por alguna actitud tuya, volverá de la nada".A los que crean, les paso el teléfono y a los que no, lean simplemente.

Pero esa misma noche, mientras chequeaba los mails, recibo un mensaje en el celular. Era Nahuel.

Me decía que quería conocer mi nuevo mundo privado. Que lo agregara al Messenger. Que estaba felíz por haber podido dar conmigo.Lo agregué y ahí estaba, esperándome ya tarde en la madrugada.

Me dijo todo y sin respiro. Que jamás se había sentido como conmigo con ningún otro. Que desde cómo le hablaba hasta como lo cogía, nadie pudo superarme. Que se había alejado por miedo a no poder contenerse, que como sabía que yo lo podía en todos los aspectos, no podría hacer lo mismo que hacía con los otros; manejarlos a su antojo de pendejo altamente cogible.

Y finalmente me dijo: " y en verdad me ofendí mucho a la mañana siguiente de esa única noche que pasamos juntos; porque me hiciste sentir como un cualquiera con lo frío y distante que te portaste. Me acuerdo hasta cómo estabas vestido, tus náuticos azules, y cómo te pusiste los anteojos de sol cuando salíamos de tu casa".

Me disculpé. Le dije que yo sabía cuál era su juego en ese momento, que me quería enganchado pero de garche simplemente y no era lo que necesitaba en ese momento de mi vida. Le dije que esa mañana sólo le había querido seguir ese mismo juego; pero que a la distancia y por sus dichos, me había salido mal. Que como no era una actitud propia mía; jamás había buscado herirlo.

Me dijo que solo porque yo lo decía me creía. Lo invité a visitarme, a conocer este "nuevo mundo privado" y aceptó venir al día siguiente por la noche.

Lo fui a buscar a la estación y la magia del diálogo se instaló desde el primer segundo. "Estás igual, igual que esa noche, pero más campero. Me gusta el cambio!!!".Todo le gustó y me sorprendía cada vez más, siendo un chico tan urbano, tan del teatro y las luces nocturnas.

Conversamos mucho, como siempre había sido. Escuchándonos. Él en búsqueda de que fuese yo quien le pusiese límites porque nadie se los había puesto antes. Yo buscando el sentido de toda esa simplicidad en el ida y vuelta nuestro. Y le pregunté qué cuántos años tenía ahora, luego de tanto tiempo sin vernos; 26? 27?
"Nooooo, tengo 23"
Pero entonces.....tenías 20 cuando ....y yo 31???? Joder....raspando la ilegalidad...

Cocinamos, comimos y salió horrible todo, pero nadie dijo nada. Era una excusa, un entretiempo necesario para evitar ir directo a la cama.
Se insinuaba una y otra vez en la charla. Con sinceridad bruta y para descomprimir su ansiedad, le dije: "Quedate tranquilo que yo te voy a re coger hoy. Olvidate porque por más que hagas o no hagas, yo a vos te garcho".
Y se calmó y pudimos seguir hablando. Y volvió a decirme que para que él citase a una persona, esa persona tiene que haberlo marcado mucho, ser importante. "Y a vos te he citado varias veces por ser el único que me dió vuelta la cabeza cuando hablabas y vuelta en la cama cuando me dabas. Nadie me dio lo que vos me diste, nunca. Te busqué en otros, lo admito, pero no hubo forma de volver a encontrarte".
Seguimos dejando en claro que no formalizaríamos nada, por más confesiones que nos hiciéramos esa noche de media luna.

Le tomé la nuca y se ofreció; le dí un pequeño sacudón para que ofreciera su cuello y lo besé, extasiado por la flexibilidad y dejo que mostró.
Y la conexión fue brutal, maravillosa, contenida a veces, desaforada otras, resoplidos que ni la música callaban.
Todo ocurrió secuencialmente, fácil, encastre perfecto de dos que ya se conocían pero no con tanta dedicación. Decirse lo más soéz, lo puramente físico, fue una natural continuidad del diálogo mantenido instantes antes. Y sentirse nuevamente juntos y unidos.
Ahora te acordaste bien de esa noche? "No, me acordé mucho mejor ahora que aquella noche". Buena respuesta.

Seguimos desnudos, en completa confianza y sin tabúes; conversando, desgranando la noche entre caricias y masajes. Vuelta al ruedo, más rápido, más práctico, sin ganas de explorar porque todo ya estaba conocido...o no. Y encontró un punto G que yo no me tenía clasificado aún y me encantó que él fuese el adelantado.
Nos bañamos, y desayunamos cuando ya el sol entraba con cautela por la ventana.Luego fue caminar con la frescura del campo hasta dejarlo en la estación derruida que no parecía tanto esa mañana. Y me saludó y se alejó.
Volví a casa con ese tipo de cansancio que uno tiene por satisfactorio. Dormí todo.

El celular me indica que tengo un mensaje, son las 19.35: " Toy muerto de sueño. Toy bien. Toy como raro también. Te quería dar las gracias por lo lindo que fuiste conmigo".
Le respondí a tenor de eso, pero presintiendo más de su parte.
Al día siguiente llegó otro mensaje: "Lástima que no tengo medio de transporte para ir para allá, pero quiero que sepas que quiero estar con vos esta noche".
Cartas repartidas, cartas jugadas. Y aún sin apuesta y por supuesto, sin saber quién gana.

1 comentario:

JOTAELE dijo...

Bien!!! No se equivocó la tarotera!