domingo, 15 de noviembre de 2009

Chez moi


"Chez moi" o "mi casa" en francés, tiene 100 años. Lo que llamo mi petit palais, no es otra cosa que una vieja casa de campo que fue derruída por el tiempo.

Vista desde lejos durante décadas, jamás se me hubiese ocurrido que algún día sería mía y menos, que terminaría viviendo en ella.

Completamente abandonada a su suerte, la casa llegó a mí por dos vías y al unísono. Mientras yo veía la foto de la casa en el sitio de internet de la inmobiliaria que la vendía; mi viejo me hablaba de ella por el celular. El precio publicado resultó ser erróneo y la casa la compré casi por la mitad de lo que en origen se pedía.

Con la casa heredé siete árboles, 5 Casuarinas de unos 60 años y dos Acacias. Las Acacias, luego leí que deben plantarse de a dos; pareciera que son como un matrimonio del mundo vegetal...no es raro, dicen lo mismo de los Ficus.
Visualicé al instante lo que sería la sala de baño y la puerta de entrada, las ventanas, la entrada individual al terreno y el auto; y el paso a la ampliación que vendría con el tiempo.

Al bajarse los revoques tintos de humedad, se descubrieron dinteles de antiguas puertas y ventanas que alguna vez habían estado ahí. Me llené de emoción al descubrir que los lugares en donde me había imaginado la disposición de los ingresos, coincidieran con los que historicamente había tenido la casa antes de haber sido mounstruosamente violada por reformas estéticamente equivocadas.
Así comenzó la casa a develarse, silenciosamente y casi con pudor. El ingreso al terreno, se dio de igual forma: dispuse que instalaran un pequeño portillo de hierro inglés para la entrada personal, y al remover años de hojas secas, aparecieron una serie de ladrillos que de canto, marcaban un pequeño camino que se dirigía a la casa.

Una mañana de sábado, una señora de unos 50 años que había visto varias veces por la zona, se detuvo ante el grupo que formábamos con algunos empleados que trabajaban en la casa. En bicicleta y sosteniendo un gran ramo de flores, me felicitó por lo linda que estaban quedando las reformas que le estaba haciendo. Contó que tenía muy lindos recuerdos de mi casita, ya que su bisabuela, su abuela, su madre y ella misma; habían nacido y criado entre éstas paredes. Dijo que era una casona grande que se recostaba en la pequeña loma, con habitaciones que ya no estaban hacía mucho tiempo. Esa saga de mujeres amorosamente cuidadas entre muros de ladrillones asentados en barro, me reconfortó. Nada malo ni traumático había sucedido dentro, nada de fantasmas, ahorcados ni incendios; sino una sinuosa tradición de una familia que retuvo la casa por décadas. Y que ahora pasaba a mis manos, para dejar atrás el olvido de sucesivos dueños irrespetuosos de su mansa historia.

Siempre se dice que la cocina es el corazón de una casa. Al iniciarse las obras para levantar mi dormitorio, se dieron a la luz los cimientos de la antigua cocina; por lo que supongo que si seguimos el addagio, mi habitación será el centro. Caramba...no se qué querrá significar eso, pero bueno, lo intentaremos llevar con dignidad!

La compré con el pecho rebozante de ilusiones y para proteger un amor que no fue. De una llegada con nervios entendibles, se pasó a una lucha por mantener la cordura, hasta finalmente caer en los estertores angustiantes de la relación. La casa moría nuevamente.

Sin embargo, la noche que siguió a la última vez que él entró en ella, me puse a hablar por primera vez con ella. Pedí perdón por lo que tuvo que ver, escuchar y sentir; y le informé lo que quería para ella y para mí; todo lo que quería que abrigara, que vivenciara. Así como nació del amor, así debía seguir. Así debíamos seguir ambos hacia adelante.
Y comenzamos nuevamente pero esta vez estrechamente conectados. De a poco se comenzaron a redistribuir muebles, adquirir otros, encargar nuevos trabajos y sobre todo, se comenzó a escuchar música. Mucha música y con el volúmen alto, como una fiesta que recomenzaba cada día.

Y llegaron los amigos, las risas, las charlas profundas y los juramentos de cariño, de esos que cuando se dicen se saben que son un leve reflejo de lo lindo que se siente en el interior.
Se descorcharon botellas de vinos añejados que vinieron desde otros mares; y mi living que abraza con la enorme mesa de café y sillones azules como la noche, se llenó de historias...sacerdotes que se enamoraban, anécdotas de cuando eramos chicos, chismes de compañeros de trabajo, templos hindúes, ángeles, películas viejas y hasta elefantes que se aparecían en la puerta de un hotel en Dubai.

Se realizaron rituales festejándoles a las brujas su Noche. Se pudo ver la cara del próximo novio en el espejo, cuando a las 12 de la noche y a la luz de una vela, se comía expectante una manzana colorada. Sí, eso también pasó acá.

Desde ayer, adorna un jarrón de plata; un ramo de rosas coloradas, tres calas y unas ramas de un aromo. El jarrón representó en su momento, la señal que a pesar de todo, estaba en el buen camino ya que lo compré cuando no tenía un cobre y recién me había recibido; las flores que esta vez son de jardines ajenos, son la promesa de las que habrá en este lugar en el futuro próximo.

Así, de a poco, se abre un mundo. Y yo vivo allí, con el alma plena y los brazos abiertos en espera de más.

domingo, 27 de septiembre de 2009

Estado de situación


Domingo lluvioso, frío y desapasible. Los salones privados del petit palais, luego de horas, resultan agradables gracias al fuego que crepita furioso en el hogar.

Miro alrededor, y todo está perfecto. Hogareño, lindo, acariciador, cofortable...y me pregunto una vez más, porqué no está él acá tal y como lo habíamos pensado y soñado.

Terminar una relación, caer en la cuenta del nuevo fracaso; no es la muerte de nadie....pero es la muerte de uno.


La semana se desarrolló extraña, con matices desacostumbrados como un cocktail, un almuerzo en un palacete neoclásico francés del centro de la capital, una reunión con un alto representante del Poder Legislativo; una mudanza; frío, calor y algunos encuentros con el mismo sexo....


Pasé del traje a las zapatillas con el jean roto y la remera blanca básica. De un lado y otro me dijeron que estaba muy lindo, muy fashion, muy muy muy....pero uno conoce la verdad.

Es esa verdad de tener huellas en el cuerpo que todo el dolor y la desesperanza causaron; la verdad de tener el corazón roto y el alma desquiciada.

Pero sí, es cierto que me veo mejor que hace unos meses atrás en el que todo era confusión.


En el devenir de las semanas, varias direcciones de msn se colaron en mi lista de contactos. Todos del sexo propio, todos con pésimas intenciones....jijiji

Pues bien, ninguno a sido digno de merecimiento o consideración.

Gente gris por demás y los que tienen un resplandor ( reitero, resplandor), son particularmente vanidosos y de difícil trato.

En algunos casos comprendés, sabés reconocerles en el fondo, que todo ese andamiaje de fruslerías, no es otra cosa que el pánico a ser dañados, heridos.

Se cubren de soberbia, de equívocos símbolos de status; y no me causan más que aburrimiento por un lado y por el otro, una honda conmiseración.

Doy por hecho que, al sentarme frente a otro tipo, expresarme por escrito o verbalmente; y la entonación y el significado de mi mirada; queda claro que no abrigo malos sentimientos.

Que soy sincero, directo, y sobre todo, buen tipo.

Pero no lo entienden, o es tanto el tiempo que llevan protegiéndose que ya no saben reconocer la diferencia entre uno y el resto....el gris resto de los mortales.


De un histérico, perseguido y difícil licenciado en sistemas con vuelos de diva de los '40; pasando por un Cuasimodo de admirable capacidad para trucar sus fotos; hasta un loro parlanchín...todos en esta misma semanita de palacetes y mudanzas.

En el caso del loro, era increíble lo poco que pude escucharme la voz en el transcurso de un par de horas...todo, indefectiblemente, era dicho por el sujeto que a respuesta a mis dos primeras palabras, interrumpía sin miramientos para dar por sentado que pensabamos lo mismo....fue particularmente rápida la forma en que arreglé todo para huir en la primer carroza con destino a mis tierras.


Cuestión diferente fue el amor desmedido de dos tipejos que bombardearon mi celular durante toda la semana con llamados y sms, para culminar en un oprobioso silencio hacia el jueves a la noche.....a ver muchachos.....pónganse de acuerdo!!!! quieren o no?????


De repente me encuentro haciendo proyectos de todo tipo. Me ilusiono y comienzo a sacar cálculos mentales; y todo choca estrepitosamente con la realidad, la que depende de terceros. A los albañiles, carpinteros, parquistas, etc, me refiero.....si no tengo certeza a quién debo pagarle y por cuál cosa al mes siguiente; cómo puedo proyectar mis gastos y elección de caprichos?


Mi cuerpo, a causa de las astronómicas cantidades de cigarrillos que fumo, la angustia que me agijonea de a ratos; y el asco que me está produciendo la comida; está bajando de peso y sacándose meses de deterioro anímico.

Como digo; hasta la anorexia no me detendré!!!!

Luego, claro, vendrá el velatorio...pero qué paquetería y sentido del decoro, retirarse de este mundo siendo tan ecológico para no gastar ni una astilla de más en el jonca!!!

miércoles, 26 de agosto de 2009

La extraña falsa moral


Uno de los Astor, familia prominente de los Estados Unidos entre los siglos XIX y XX, dijo una vez que "la única forma de evadir la vulgaridad de las ciudades, era retirarse al campo". Por otros motivos, además del citado, decidí abandonar la ciudad de Buenos Aires y establecerme en estos lares; más tranquilos, más inocentes.

O eso creía yo!

A lo largo de los meses que hace que estoy acá, comencé a relacionarme con la gente del lugar por cuestiones necesarias como el transportarse de un punto al otro, compras de muebles, materiales, etc.

En mis viajes, conocí a varias figuras pintorescas y hasta reconocidas de esta pequeña sociedad rural.

En parte, todo está detenido en el tiempo. Acá, el que es profesional, es ALGUIEN aún. En el grado inmediato inferior - y a veces en paralelo- está el que tiene mucha plata. Por debajo, los comerciantes. Y luego,...bueno, y luego, todo lo demás.

Todos los que son ALGUIEN se amontonan en un bar determinado, a pesar de tener otros tres mucho más espaciosos y tranquilos.

De más está decir que SE DEBE saludar a todos, inclusive en la calle. Y cuando digo todos es también a los "todo el resto".

Siempre tuve una particular facilidad para hacer entrar en confidencia a los completos extraños. Es así como a lo largo de mi vida, tuve conocimiento de relatos bastante particulares y a veces, divertidos.

Es así como apareció un simpático señor en mi agenda que es oriundo de estos pagos. Tiene 60 años y la Enciclopedia Británica en su experiencia de vida. Hizo de todo, desde reconocido cantante a actor, empresario actualmente pero también panadero. Obsesivo del sexo, hace terapia dos veces por semana para poder "calmarse un poco", como dice él.

Se encamó con media ciudad de BsAs y las zonas aledañas a su terruño, también conocen de sus aventuras donjuanescas.

En la segunda charla confesó que en su juventud, se hacía chupar la pija por un copetudo de la Avenida Alvear, mientras que un amigo de parranda, se lo cogía al amigo del primero.

Ya en la cuarta charla, me contó como, volviendo de Buenos Aires a esta ciudad, tuvo otra de esas aventuras de ocasión. Un conocido y adinerado hombre de este lugar, propietario entre otras cosas de un coqueto restó, lo invitó a volver juntos en su auto. En medio del camino y entre chanzas, le manoteó el bulto y viendo que el Sr. del relato no opuso resistencia; no dudó un segundo en parar en la banquina y goloso, comenzar a petearlo sin miramiento alguno.

Se de quien me habló en esa ocasión...el "banquinero" fue reconocido por mí inmediantamente cuando almorcé una vez en ese lugar. No está mal considerando la escasez de carne fresca que hay por acá.

El Sr. asimismo, llegó a ser raptado y golpeado, por un novio celoso y su patota de amigos. Y doy fe que, bajo ningún concepto, puede contenerse en coquetear con cualquier mujer que pase cerca.

Con otro perfil, mi chofer, no deja de cuernear a su mujer. Casado y divorciado tres veces, su cuarta mujer insiste en quedarse a su lado, a sabiendas que el cincuentón no para de encamarse con dos o tres mujeres diferentes.

Por último, otro destacado hombre cuarentón, le mete los cuernos a escasas tres cuadras de su hogar conyugal y a la vista de absolutamente todos. Tanto es así que se la saluda a la amante como si fuese su mujer. Claro es que a su mujer, no la saludaya nadie, porque vive recluída. Dicen que es muy fea y gorda...dudo que haya sido siempre así. Quizás la verguenza y la humillación hayan hecho esos estragos.


Por supuesto, todos siguen yendo a misa en la Iglesia principal si es posible; y por supuesto, se saludan con la mayor cortesía cada día de sus vidas, cuando pasean indolentes por las escasas cuadras cercanas al Palacio municipal.

Desconozco qué mueve a esta gente a comportarse así, tropezando a cada paso con la indiscresión más evidente. Todos saben todo de todos. Y uno se pregunta, acaso es imposible alcanzar la seguridad y felicidad que brindaría una relación de amor y fidelidad sin condiciones?


Como he contado, he sido infiel y en aquella oportunidad no me sentí particulamente mal. Tampoco esa desaprensión me generó la necesidad compulsiva de ser infiel a quien tenga al lado. Muy por el contrario, nunca más quise repetir esa experiencia, sino más bien, dedicarme a construir una pareja duradera, sana y de mucho afecto.

Creí encontrarla y me brindé con cuerpo, corazón y alma. Y saben qué? jajajajaajaj....me equivoqué otra vez.

So.....NEXT!!!

miércoles, 29 de julio de 2009

Y vamos y venimos


Desde el Petit Palais, todo finalmente se puede dirigir. Inclusive las conquistas.

Las horas finales del día, cuando el fuego arde en el salón, son propicias para zambullirse en ese mar de miserias y rarezas humanas como lo son las páginas de contacto en la web.

Paradójicamente, las mismas fotos que años atrás no causaban demasiado impacto, hoy resultan casi irresistibles...secretamente creo que lo que atrae esta vez es la relativa distancia que tengo del principal centro urbano. Si fuese verano entendería que quieren garronear una escapada rural en medio del estío porteño; pero no....con el crudo invierno, convengamos que hay que ser un valiente para enfrentar las estepas!

De la cosecha de mensajes, siempre quedan algunos que interesan más que otros. En mi caso, nunca son los que se exponen como Dior los trajo al mundo.

Un actor con obras a punto de estrenar; un empleado contable en Santa Fe, el dueño de una discográfica modesta; y un operador de una productora de Mogolic Palermo.

Con el primero me encontré en su casa, luego de taparle el ojo de mensajitos de texto imposibles de mieles y promesas de amor. El resultado se logró. A pesar de haber gritado a los cuatro vientos que quería conocerme en la tranquilidad de un café mediante; fue cuestión de que abriese la puerta de su departamento para que me dijera: "Disculpame que te estoy recibiendo así, pero llegué de viaje esta mañana y me quedé dormido". Diez minutos más tarde me encontré en bolas y tirado en una cama rebatible en un ambiente bastante gélido.

En otra ocasión me hubiese gustado ese desenlace casi animal. Pero la lluvia afuera y el viento glacial invitaban más a un poco de romance previo al insustituible garche de miércoles por la tardecita.

"Me vas a llamar o se te terminó el amor?" " y a vos ?", arremetí ; "a lo sumo podría estar llegando".

Cuando estaba por abordar el carruaje, mandé un sms que me dejara un poco más digno; no recuerdo bien todo, pero el final - en verso- decía: "De vos quedé prendado...pero vos de mí, ni un poquito enamorado?"

Causó gracia, y contestó lo que quería. Dejar pendiente un encuentro como corresponde.

Al día siguiente, el de la discográfica. Con ese no podía surgir nada más que lujuria de la más básica. Sin embargo, lo que me sorprendió fue que en directo, resultaba ser mucho más agradable que la amilbarada versión del chat.

Demostró interés y todo, pero se borra y reaparece. Manda mensajes por msn y algunos en el celular. Pero no concretaaaaaaa!!!

Y el viernes, fue el de Palermo. Y eso fue otra cosa.

Y me está volviendo loco con su ternura, y también con su "quiero que nos conozcamos paso a paso porque no quiero confundirme con vos"...


Cuál es la justa medida para que el "paso a paso" no se vuelva una rutina torturante en la que uno espera que el otro diga palabras suficientemente indubitables para tener la certeza de la consumada conquista?

Hoy lo vi. A pesar de lo concurrido del bar, me apretó la pierna en tres ocasiones. Y la despedida...abrazo profundo, beso sentido en la mejilla y otro en la cabeza, luego de acariciarme el pelo.

Se sintió bien. Pero, y??????

En un mundo que corre implacable, uno se pregunta si habremos perdido la capacidad del romance con tiempo.

miércoles, 15 de julio de 2009

Passé composé

Pasado...quien no lo tiene, está mintiendo o es un triste boludo que no hizo nada de su vida.
Ayer, luego de un molestro, embroncado y triste mes en que nunca se terminaba con lo que ya se había terminado; vi por última vez a mi ex.

Surgió en mi vida de la nada, y con aires que yo creí renovadores para tanta chatura. Era diferente. No se parecía a nadie y emanaba pureza de corazón y de pensamiento.No pude resistirme y tampoco lo quise. Caí rendido y entregué las armas.

Fueron tan sinceros y sentidos los juramentos de amor de aquellos primeros días, que el hecho de lanzarme a la aventura de convivir con él, resultó normal. Casi lo obvio.

Cambios de circunstancias, oportunidades que venían de arriba, o lo que sea; nos hizo llegar a éste Petit Palais en plena ruralidad. Y ese fue el comienzo del fin.

Nunca nada funcionó como lo prometió. Una mezquindad se sumó a otra y se hizo costumbre. Los reclamos se encimaron en una mesa de negociaciones estéril en la que, sea como sea, él terminaba más aliviado y yo, más oprimido.
Todo a nuestro alrededor se enturbió, y la amargura se sentía en la boca todas las noches; cuando juntarse en esa cama era una maldita obligación que me atormentaba todas las noches.

No eran suspiros los que yo exhalaba, sino resoplidos de disconformidad y de desamparo. Ya no había explicaciones por parte de él, sino intrincadas obligaciones que concluían siempre en lo mismo: no estar.

La remé todo lo que pude y me enfermé en esa tarea.
Y ni siquiera con eso se contentaba. Hasta último minuto intentó hundirme en un mar de problemas que no me auqejaban realmente, sino que eran sus propias contradicciones vomitadas sobre mí. Y por amor, por haber sentido que envejecería a su lado, le creí.

Se fue a la madrugada pretextando un compromiso laboral muy temprano. Y nunca más volvió.

Una semana más tarde me llamó, habíamos pasado ya el primer aniversario sin hablarnos por fono; por lo que su invitación a vernos, era la cita para asesinar lo que alguna vez fue único.Con cinismo, dureza y frialdad; dijo las palabras de rito y yo asentí airado. También yo había decidido ser libre de todo ese caos.

Tuvieron que pasar semanas de subidas y bajadas para darme cuenta que él era un ser del barro y yo ... yo soy de aire y de fuego.
Me enloqueció con cambios de horarios y días para hacer trámites indispensables para sellar la separación. Siempre con ese tono de nada, de indiferencia. Creí en mí, volví a mirarme por dentro y lo vi ayer para esa firma final en los papeles.

Vi entonces, lo que quería ver: su desmejoramiento, su ruindad, su oscuridad. Su mediocridad de bolsitos y zapatos imposibles. Su "NADA".
Caminé bajo el sol deslumbrante de la peatonal Florida y me/le dije : ENTRASTE EN MI PASADO Y TE VENCÍ.

lunes, 6 de julio de 2009

Lo que se termina haciendo en días de lluvia


Hoy me desperté una hora antes de lo que debía, muerto de sed, con lo que decidí bajar la escalera y tomar algo. Cuatro de la mañana marcaba el reloj de la cocina.

Decidí quedarme despierto por lo que me vestí, desayuné viendo el NO-amanecer en la compañía de un cigarrillo y luego prendí el tv para ver si el Gobierno había decretado licencia para todo el mundo.

Pero como estamos en un país de enfermos mentales, no me quedó otra que hacerme a la idea de tener que cumplir con toda la jornada laboral por delante. Esperé al chofer para que me llevase a la estación. Lógicamente se largó la gran tormenta exactamente cinco minutos antes que llegase el sujeto. Dior.

Armado de resignación y mi paraguas Rabanne, airoso salí al parque.Viajé perfectamente, y contrario a mis planes de leer durante el viaje; no llegué más que a hacerlo por espacio de un capítulo....corto. Dormité el resto del viaje.
Al llegar a la ciudad con clima tan perverso, caminé hasta la oficina y me dije: éste es un buen día para enamorarse.
No pensé en sexo ni hacer cucharita ni esas cosas OBVIAS. Sólo en que era bueno para enamorarse. Y quizás ni lo sentí por mí, sino en general.Así es que imagino que varios lo habrán hecho hoy. Que les aproveche.

Me yiró un peladete interesante hacia el mediodía, en que salí a dar una vuelta para despejarme del tedio laboral.No era la gran propuesta, y tampoco estaba yo para andar siguiendo mucho a nadie. Somos grandes y si te gusto, te parás y me enfrentás...Caaaanejo!!
El embole es mal compañero para un reciente solitario, y que la oficina sea el ámbito propicio para desear rascarse las bolas en cada momento; hizo mella en mi voluntad.
Gogleé el nombre de un ex.Debo confesar que ya lo hice la semana pasada, pero sin resultados.
Esta vez apareció algo ( nunca entenderé porqué aparecen cosas a veces y otras no). Eran un par de notas que escribió para un site. Las leí y recordé que en nuestros comienzos, hace seis años atrás, él tenía interés por la militancia gay.Estaban buenas.

No tenía contacto directo con el autor, así es que simplemente lo busqué en la página de su colegio profesional. Ahí estaba, mudado a solo unas cuadras de donde lo dejé en el 2006.
Lo llamé y por fortuna o desgracia, me atendió su contestador en que reconocí su voz. Y le dejé un mensaje nomás. Simple, con buena onda ( la única vez en que hablamos luego del corte, lo mandé a cagar) y con mi celular por si quería llamarme.

Al cortar me sentí sonrojado, y divertido por imaginarme la cara que pondría al escucharme en su fono.Miré su foto en la pantalla y me dio cierta ternura. Al fin y al cabo, al lado de otros, no fue tan malo.Dudo que me llame; pero por lo menos corté un lazo feo con mi pasado.

Y de paso, sentí algo similar a lo que se siente en esas primeras llamadas que uno hace cuando la historia con el otro no es nada todavía.
Una suerte de enamoramiento.

viernes, 3 de julio de 2009

Del Decamerón a el Amor en los tiempos del alcohol en gel

El Decamerón, libro escrito en el Siglo XV por Bocaccio; es un compendio de cuentos picarescos contados por diez jóvenes nobles florentinos durante diez días y a razón de diez cuentos por jornada. Escapándose de la peste bubónica, que asoló Europa en la Edad Media; los diez jóvenes deciden huir a los castillos que cada uno de ellos tiene en las colinas que rodean a Florencia.
Para entretenerse, disponen nombrar a un rey de entre ellos, el cual sólo durará en su puesto un día. El rey o la reina elegido, tiene la facultad de definir el tema central del cual deberán tratar los cuentos que el resto de los jóvenes narrarán en esa jornada.

Libro prohibido por años, el mismo pasó de mano en mano en forma solapada; todo ello debido al contenido finamente erótico o liberal del mismo.
Estando frente a una pandemia como la producida por la Gripe A, y sobados en alcohol en gel; las posibilidades del amor se redujeron a la casi nada. Salvo los que ya tienen el entretenimiento en casa y previo baño en Lisoform; los que andamos sueltos, no nos quedará otra que dedicarnos al privado placer del recuerdo de encuentros pasados.
O sea, paja muchachos!
Uno de los encuentros más calientes que he tenido, fue con el agregado cultural de una embajada europea. El Sex Toy en cuestión contaba con unos 35 jugosos años, contra mis ansiosos 26. Lo tenía visto en un boliche de la zona de Palermo. Sábado tras sábado lo observaba desde lejos, siempre acompañado de amigos y con una botellita de champagne en la mano. Bronceado suavemente, pelo en pecho y anteojos de buena factura, combinado con sus camisas blancas o celestes; hacían el disfrute visual casi instantáneo.

Ante su indiferencia completa por cualquiera que no fuera de su grupo de amigos, mi interés en él se limitaba al estudio de tal ejemplar. Uno nunca sabe cuando, en medio de un garche aburrido, debe recordar otras visuales para poder alcanzar el éxtasis."Fijá los ojos en el tipo que te calienta, y pensá en sexo; decile con la mirada que querés coger", me dijo un amigo a modo de técnica infalible.

Efectivamente funcionó con otros. Una noche cualquiera, estando en el mismo antro, se me apareció ante los ojos. Y actué en consecuencia.No pudiendo evitar una provocación tan explícita; el fauno se me acercó. Luego de la misma charla intrascendental que generalmente se tiene en esos lances; terminamos tomando un café en un bar de la avenida Santa Fe.Debo reconocer que me desorientó que no pasáramos a las sábanas sin escalas; pero la novedad, por mínima que ésta sea, es agradable viniendo de un especimen tan hot.Me pidió mi teléfono con la obvia promesa de llamar en la semana.

Y llamó nomás. Me pidió si le cocinaba ya que se había quedado enganchado con mis capacidades gourmandise. Trajo el vino. Fue sólo brindar, ya que inmediatamente me tiró en la cama cercana, para comenzar a desnudarme. Lo tenía en todos lados. Lo sentía en todos lados.Fue un polvo rápido, furioso y aleccionador. Aprendí en segundos lo que quería de mí y yo satisfecho con la propuesta, cedí sin objeciones.

Comimos casi en silencio, un silencio cómplice. Se sentía en la piel aún el calor del otro.El postre fue pasado por alto. Sólo un café que venciera el sopor que el cansancio de mitad de la semana, nos dejaba en el pecho.Nuevamente me encontré sin ropa, con las piernas abrazando su espalda baja y llenándome en su boca. Fue mejor que la primera. Más dócil, pero más firme. Sabía perfectamente dónde tocarme y cómo hacerlo.

Pero con el último suspiro después del orgasmo, supimos que nada quedaba entre nosotros.Nos despedimos amablemente.
Y nunca supimos nada del otro, nunca jamás.

miércoles, 1 de julio de 2009

Los pequeños aposentos



Para los habitantes del Palacio de Versalles, en la era de los Luises, ciertas normas de uso habitual ( y hasta normal ) para el resto de los mortales, eran simplemente inauditas.
Así, el caminar como todos lo entendemos, no existía. Uno debía desplazarse.
Tampoco se sentaban, sino que se derramaban en los ampulosos sillones de doradas molduras.
Para llamar al palacio por su nombre, se le decía simplemente ce-pays-ici.

Y para anunciarse antes de entrar a una habitación, no se golpeaba, sino que se rascaba suavemente la puerta.


Los matrimonios eran arreglados, e inclusive si se era de la nobleza, debían ser consentidos previamente por el Rey.
Así, la infidelidad, era no sólo una consecuencia, sino a veces, una necesidad.


La infidelidad en nuestros días, si bien no es abiertamente consentida, es soportada e inclusive festejada.
No me crié con esos valores. Si bien entré en mi desarrollo sexual creyendo en el amor por siempre; malas experiencias se sumaron a la atractiva posibilidad de incurrir en lo prohibido.
Así y todo, tardé años en desengañarme y tuvo que alguien ser la víctima primera.


Con F salí durante tres años. Siempre pensé que la relación podría haber continuado in eternum debido a la constante y vacía cortesía que actuaba como salvaguarda de un estrepitoso final.
Como es lo corriente, las primeras épocas fueron maravillosas. Nos la pasábamos teniendo sexo, interrumpido sólo, por largas charlas que manteníamos desnudos entre las sábanas.
El deseo de posesión del otro, marcha paralelo al de ser amado. Pero en la misma carrera por ver cuál sobresale, se enturbia el segundo por el afán de alcanzar el primero.


F pretendió poseerme mucho antes que yo lograra amarlo. Eso fue el detonante para que, sofocado por el deseo invasivo, buscara formas de realizarme en lo más íntimo.
Todo lo que uno no se atreve a hacer con su pareja, lo hace con otro.
No quería terminar la relación, ya que la misma gozaba aún de las mieles de la novedad y el tímido conocimiento mutuo.
Una línea de contactos telefónicos oficiaba de proveedor de placeres. Al principio, con cierto grado de culpa. La mínima. Timidamente comenzó a elevarse el número de amantes esporádicos, a pesar que las ocasiones eran escasas. Se sucedían unos a otros, ejemplares de hombres de toda índole. Grandes, pendejos, treinteañeros, heterosexuales y gays redomados.
El pequeño secreto, ese lugar al que sólo accedía yo mismo, tuvo su cómplice en un amigo que tímidamente experimentaba el mismo camino. Si bien no tenía una relación seria y oficial, D actuaba por despecho de un amor presente pero en modo alguno, correspondido.
Me servía de excusas cada vez más arriesgadas para ganar el tiempo necesario para regalarme un rato de placer con un completo desconocido.


F tenía grandes complejos en la cama; y el placer de destruirlos uno a uno, aliviaban el tedio que me embargaba cada vez que estaba con él.
Con la perversión en la piel, veía cómo hacía caer barrera tras barrera, los últimos vestigios de pudor en un ser que no admitía como posible, el más básico sexo oral.

Seguiré luego, debo encontrar plan para esta noche.